lunes, 14 de marzo de 2011

El curioso caso de Sergio Canales

Sergio Canales aterrizó en Madrid el pasado verano con el aval de una gran temporada en Santander y un mejor europeo sub-19 con España. Comenzó la pretemporada muy fuerte, venía en forma del europeo y tal vez por eso destacaba sobre los demás, que acusaban las vacaciones estivales. Parecía que iba a ser de los fijos en la rotación de Mourinho. Pero estamos en marzo y la aportación ha brillado por su ausencia.

Las expectativas creadas sobre él eran y son desorbitantes. Sólo verle caminar despierta en nuestra memoria pasajes de la elegancia y la excelsa calidad de la mejor pierna izquierda de nuestro fútbol, la de José María Gutiérrez, Guti. Cuanto toca en corto, cuando controla, cuando otea el horizonte para trazar un cambio de orientación, cuando protege el balón con el cuerpo tocándolo únicamente con ese guante que llevan por pie izquierdo... La torería de ambos en el verde es idéntica.

Hasta ahí todo bien, lo malo es la cara B. Y hasta ahora parece que Canales también está desarrollando ese Mr Hyde que llevaba Guti en sus entrañas. Entre las muchas virtudes de Guti también había numerosos vicios. Vicios que le privaron de formar parte del olimpo de su generación. Estos vicios son muy reconocibles tanto por detractores como por devotos. Esa indolencia cuando no le apetecía jugar porque hacía frío o llovía, esa forma de calentar sin ganas cuando partía desde el banquillo, esa manera de borrarse de partidos importantes, esas autoexpulsiones que han hecho tanto daño al equipo blanco... y lo que no vemos en los entrenamientos. De Sergio se vislumbran varios de esos vicios, uno de ellos la desgana con la que se mueve por el campo cuando debería devorar el césped en los pocos minutos de los que goza. Parece que en los entrenamientos tampoco es de los que más trabaja, de ahí lo poco que está contando Mourinho con él.

Es como si Guti estuviera rejuveneciendo, emulando a Brad Pitt en "El curioso caso de Benjamin Button", y se ha convertido en Sergio Canales. Esperemos que Sergio sepa aprovechar la oportunidad que se le brinda y no se convierta en otro caso de talento malgastado como su alter ego. Sería muy triste que la historia se repitiera y Canales se convirtiera en otro torero artista, de esos que nos emocionan cuando están inspirados y nos irritan cuando se dejan el duende en casa. En sus botas y en las de Özil está el futuro del juego del Madrid en los próximos años. Tiene todo para triunfar: talento, juventud y el mejor entrenador del mundo. En sus manos está hacer historia o tener una carrera de luces y sombras como su antecesor. Yo tengo fe en que la sensación de deja vu no nos torture con este genio.