lunes, 24 de octubre de 2011

El torero del mechón



Los primeros recuerdos que tengo de Antoñete son de una voz ajada y marchita que sintetizaba las tardes de San Isidro en pocas palabras. En aquellos tiempos, no teníamos las facilidades de ahora para encontrar vídeos, por tanto, las referencias que tenía sobre su toreo eran escasas. Entonces, llegó Junio del 98 y el maestro se enfundó su característico lila y oro para ejercer todo un catecismo de toreo de pata negra. Solía decir Chenel que "el toreo es de alante a atrás y de arriba a abajo", pues ese día hizo gala de su doctrina para enardecer al tendido venteño. Los olés crujían, olés rotos, rotos como la oscuridad de su voz, rotos como sus pulmones deteriorados. Esos olés que Antoñete arrancaba con la rotundidad de su toreo añejo y sencillo, tan añejo como las 66 primaveras que por entonces le contemplaban y las miles de cajetillas que resquebrajaban su voz. 

Años después, conseguí ver la faena de la que tanto había oído hablar, la que encumbró a Antoñete como figura del toreo. Chenel y "Atrevido" -el toro sabanero de Osborne- bailaron una sinfonía que quedó marcada a fuego para la historia del toreo, una sinfonía en blanco y negro que, rememorándola estos días, sigue poniendo el vello de punta. Es una pintura la manera de citar y de componer la figura, dando el pecho, cruzado, la pata alante, unidos al empaque y el arte del torero más castizo de Madrid. El valor y el arte elevados a la enésima potencia en lo que fue la opera prima del torero del mechón.

El resto de su carrera tuvo luces y sombras, idas y venidas. Alternaba años en activo con retiradas. En sus últimas venidas regaló al aficionado muestras de su indiscutible arte pero su estado físico y edad no eran los óptimos para hacerlo muy a menudo. La alopecia nos había arrebatado el mechón del torero pero nadie nos robará al torero del mechón, uno de los máximos exponente de la pureza del toreo clásico. 

Será complicado y muy triste poner a Molés cada domingo y no oírle decir "desde el módulo de Navalagamella, Maestro Chenel, buenas noches". Muchas veces me he dormido escuchando su voz, con la paz interior que daba escuchar al maestro. Su voz se quebró para siempre, su toreo lila y oro lucirá en la eternidad.


Vídeos adjuntos:
Antoñete en las Ventas 1998 (última tarde en las Ventas, su plaza)

Soneto de Sabina a Antoñete por su última tarde en las Ventas
http://www.joaquinsabina.net/2010/09/25/al-maestro-antonete/

Antoñete y Romerito (entrañable relato)
Antoñete y su amigo Romerito