jueves, 9 de septiembre de 2010

El Imperio Serbio Contraataca





    Los que nos hemos criado viendo los triples de Biriukov y Epi y los despiadados duelos en la pintura entre Fernando Martín -que en paz descanse- y Audi Norris sabemos como se las gastan los balcánicos en esto de meter la pelotita en el aro.
    
     En la recta final de los 80 emergió una generación de jugadores procedentes de la extinta Yugoslavia que marcó una época. El grueso de aquella selección militaba en aquel magnífico equipo de Split (la Jugoplastika) que ganó 3 Copas de Europa (actual Euroliga) de manera consecutiva (1989,1990,1991) aunque también tenía grandes jugadores en otros equipos europeos e incluso en la NBA. Nombres como Drazen Petrovic, Kukoc, Divac, Radja, Obradovic, Perasovic, Paspalj, Savic, un jovencísimo Sasha Djordjevic,... hacían temible a este combinado nacional.

    EspaÑa cosechaba buenos jugadores pero a años luz del talento de los yugoslavos. Les veíamos como el Quijote a los molinos, monstruosos. Eran auténticas ametralladoras desde la línea de 6,25. A pesar de la situación política la selección balcánica seguía cosechando éxitos. Luego vino la guerra de los Balcanes y con ella la disgregación de Yugoslavia. Esta división evitó que todo el talento se juntara en un solo equipo pero los distintos países que se formaron seguían teniendo excelentes jugadores. En 2002 Yugoslavia consiguió su último éxito bajo ese nombre. Fue el mundial de Indianápolis, en territorio comanche.


  Pero por aquel entonces la nueva potencia del baloncesto ya se estaba fraguando. Eran los "golden boys", los ÑBA, una hornada de jugadores liderados por Pau Gasol (el mejor jugador europeo de la historia). Y aquello que cantaban los nikis -"...EspaÑa está aplastando a Yugoslaaaavia por 20 puntos arriba..."- ya no era un sueño, era una realidad y, a día de hoy, una obligación. Hoy la ÑBA estaba en la obligación de ganar a Serbia (heredera de Yugoslavia) porque somos mejores. Pero se han dado un cúmulo de circunstancias que lo han impedido. La causa principal es que nos faltaban tres de los cuatro jugadores más importantes de esta dinastía: Pau Gasol, José Manuel Calderón y el gran capitán, el rey de los intangibles, ese que lo mismo te cosía un huevo que te freía un alfiler, Carlos Jiménez. Hoy daba la impresión de que Navarro estaba solo ante el peligro.

   Pero las bajas no son la única causa del descalabro. El ADN balcánico es un factor a tener en cuenta. Los serbios han vuelto a ser esas ametralladoras infalibles de décadas anteriores capaces de destrozar cualquier defensa zonal o individual que se les presente. Daba igual que apretaran los españoles en defensa porque si un serbio se levantaba para encestar de tres era para anotar. A esto hay que añadir que jugaron como equipo, algo que no ocurría desde hace veinte años. Desde la disgregación la selección plavi no había encontrado un patrón de juego pero con esta promoción parece que volverán los éxitos. Los Teodosic, Velickovic, Bjeliça, Tepic, Krstic parecen haber encontrado esa disciplina de equipo que les faltaba. Talento nunca ha faltado pero estos jugadores son los que pueden devolver a este combinado al lugar en el que siempre ha estado.

   En cuanto a EspaÑa habrá que hacer reflexión. Talento hay. Tranquilos que, como decían los Nikis, "seremos de nuevo un Imperio".

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