lunes, 22 de noviembre de 2010

El villano y el héroe

    Se acerca el clásico y me invade la sensación de que esta situación ya la he vivido en mi infancia. Corría el año 91 y los 9 años de socialismo comenzaban a pasar factura en nuestra tasa de desempleo. Eran tiempos de socialismo y barcelonismo, como ahora. El fútbol arte de Johan Cruyff comenzaba a dar sus frutos y maravillaba a todo el mundo. Malos tiempos para ser un madridista de 8 años.
Otra semejanza es el cambio en el mundo de la comunicación. Hoy vivimos la revolución digital terrestre y numerosas cadenas invaden nuestro terminal. En aquellos años se vivió otro cambio significativo en este aspecto, aparecieron las televisiones privadas y con ellas emergía una nueva era. Muchos recordamos con nostalgia los programas y dibujos animados de la época. El método a seguir por mi generación en aquel fin de curso del 91 era hacer los deberes, ir a jugar un rato y volver corriendo a casa porque había que ver Óliver y Benji, degustando un bocata de nocilla. Lo de jugar en la calle y el bocata de nocilla ya no se estila, ahora los niños toman nutella y juegan a la play. Y los jugadores que hacen fantasías con el balón ya no son animaciones, son de carne y hueso.

El "Óliver de carne y hueso" no llega al metro setenta pero no necesita un capítulo entero para cruzar el campo con el esférico. Corre a una velocidad endiablada. Cuando recibe en tres cuartos de cancha de cara a la portería, los rivales saben que están perdidos. La única opción parece pararle en falta pero los defensas también suelen llegar tarde a esto. Con espacios es infalible, sin espacios es arte. Se asocia como nadie entre una maraña de contrarios, driblings imposibles, cambios de ritmo vertiginosos en un palmo de terreno... Es la magia, es el balón cosido a la bota. Es Leo Messi, al que su perfil afable y retraído le otorga el galardón de "Óliver Aton".

    Mark Lenders era un tío arrogante con muy malas pulgas, tez morena agitanada, ascendencia humilde y una fuerza brutal. Su famoso "tiro del tigre" doblaba los dedos de los porteros como le pasó anoche a Gorka Iraizoz. Nunca se valoraba lo bueno que era Mark. Quizá esa chulería desmesurada le hacía perder el pulso con Óliver Aton. En este caso no puedo decir que Cristiano Ronaldo es "Mark Lenders de carne y hueso" porque dudo mucho que Cristiano sea de carne y hueso. Es el ciborg CR-7, programado para destrozar las redes rivales. Es terminator cuando se le cae la piel, la destreza, la eficacia, la potencia... Es Darth Vader, el lado oscuro de la fuerza.

Estos dos marcianos tienen la suerte y la desgracia de ser contemporáneos. La exigencia por ser el mejor del mundo y de la historia se acrecenta día a día. Son como Nadal y Federer, Lebron y Kobe, los Rolling y los Beatles, El Padrino I y el Padrino II... son el eterno debate. La existencia de uno hace mejor al otro y viceversa.
Para gustos los colores. Messi es la opción políticamente correcta. Pero los que tuvimos a Hugo Sánchez y Hristo Stoichkov como primeros ídolos seguiremos empatizando con estos villanos. Mark Lenders, Fénix (los caballeros del zodiaco), Vegeta (bola de dragón), Michael Corleone, Tony Soprano,... son algunos de esos villanos carismáticos de los que me siento fiel devoto. El ciborg CR-7 aúna todos los vicios y virtudes de los anteriormente mencionados y el próximo 29-N tiene una gran oportunidad de cambiar el destino de los tiranos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario