martes, 16 de noviembre de 2010

Oda al fútbol en Barcelona... y hostilidad en Gijón


A dos jornadas del clásico los grandes calientan motores. El Madrid ganó de la única forma que pudo ante la que se había encargado de preparar Preciado. El Molinón es un escenario tradicionalmente antimadridista -como Riazor, el Reino de Navarra, Sánchez Pizjuán y tantos otros- pero la leña que Preciado había echado al fuego surtió efecto en la caldera asturiana. El partido fue a cara de perro, lleno de interrupciones, faltas tácticas, trifulcas... estoy seguro de que Mou -en la grada ayer- habría gozado del fragor de la batalla en el banco. No ofreció su mejor versión el equipo blanco pero se llevó tres puntos de oro. El 0-1 es un fiel reflejo de lo que fue el partido, un partido en el que los merengues se habrían dejado puntos en cualquier otra temporada. En el haber quedan los tres puntos y el partidazo de Sami Khedira. En el debe la falta de fluidez y la desaparición una tarde más, y van unas cuantas, de un gris Mesut Özil. No le vendrían mal un par de fabadas asturianas de las que Preciado da a los suyos. La calidad del alemán es indiscutible pero su precario fondo físico también. Ya puede ponerse las pilas porque el juego del equipo se resiente en exceso cuando el 23 se esconde. Me preocupa también el doble rasero para medir a Benzema e Higuaín. Llego a pensar que veo partidos diferentes. En el que vi yo el gol lo marcó el argentino, como casi siempre.


     La antítesis del partido del Molinón tuvo lugar 21 horas antes en Barcelona. También fue un partido de pelea y de correr mucho pero la calidad del encuentro rozó la perfección, sobre todo en su primera mitad.
Lo mejor que hemos visto en lo que llevamos de temporada reunía a dos equipos con un mismo credo. Presión arriba para robar en campo contrario y soltarla a un toque, dos a lo sumo.
    La primera parte se asemejó a un partido de fútbol americano por la alternancia en el dominio. Se jugaban seis o siete minutos en cada campo. Parecía que lo habían ensayado para que quedara bonita la puesta en escena de sus creencias. Cuando uno de los dos tenía la iniciativa la presión era asfixiante. Comenzaron los culés achuchando pero un par de contras aprovechando el hueco dejado por Dani Alves llevaron el miedo al graderío. El ritmo de partido era fulgurante gracias a la velocidad de piernas de los de arriba y la velocidad de los centrocampistas a la hora pensar y decidir. A esto hay que añadir el equilibrio que aportan los todocampistas de ambos equipos: Sergio Busquets y Bruno. Es impresionante el oficio y la calidad del jugador del Villarreal, que ha tenido la suerte de contar con Marcos Senna como maestro. ¿Qué decir de Busquets en el Barsa?... Los que me conocen saben la devoción que siento por "veteranísimo" jugador de ¡¡¡22 años!!!

Al descanso nos fuimos con 1-1 y con ganas de que el árbitro dijera que no había descanso. Que hubiera cambio de campo y a jugar, como en las prórrogas. Igual así habría acertado en algo. Lamentable actuación. No dejó conforme ni a locales ni a visitantes.

La segunda parte fue parecida a la primera hasta que apareció Messi para marcar la diferencia. La jugada del 2-1 entre Javi, Messi y Pedro es el sueño de Guardiola hecho realidad. Es la jugada de la masía. A un toque. Inmejorable jugada y la definición a la altura de la jugada. Ante esa oda al fútbol preciosista no queda más alternativa que quitarse el sombrero. El Villarreal siguió a lo suyo pero Messi volvió a golpear. El línier le devolvió la que le había quitado el otro en la primera parte y la pulga se tomó su venganza en plato frío. El 3-1 mató el mejor partido del año, será difícil que el clásico mejore esto pero el guión pinta bien.

    Al margen del pésimo arbitraje, la nota negativa la puso el filósofo que dejó de orinar colonia en la celebración de los goles y perdió los nervios, una vez más, dirigiéndose a Garrido. Parece que abandona el talante cuando la cosa se pone tensa. Como entrenador me uno a los halagos hacia él pero esa falsa modestia y ese talante de sacerdote izquierdoso cada vez engaña a menos gente. Entiendo piques, celebraciones, provocaciones... pero no entiendo la doble moral. Si eres poeta hay que serlo 24 horas al día, no sólo cuando las cosas van bien.

   No quiero cerrar la crónica sin elogiar una vez más al Villarreal, desde su presidente hasta el entrenador pasando por sus jugadores. Gran trabajo el de Garrido en apenas un año.

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